¿Qué tipo de familia ha tenido? . Su familia pertenecía a los estratos sociales más bajos del Madrid de principios de siglo XX. Su padre, era tornero y su madre tenía que cuidar de él y de sus 6 hermanos.
¿Sus padres le querían?. Sus padres eran buenos con él, sin embargo pronto tuvo que aprender el oficio de su padre con el fin de poder ayudar a la maltrecha economía familiar.
¿Qué calificaciones sacaba en el colegio?. El padre Adalberto, cura de la parroquia "Nuestra Señora de las Nieves"del madrileño barrio de Carabanchel, fue quien le enseñó a duras penas a leer y a escribir.
¿Qué libros leía de pequeño?. Solamente leía la Biblia y en contadas ocasiones.
¿Cómo es físicamente?. Alto, espigado, moreno, de rasgos angulosos y astutos. De mirada inteligente, le apodaban "el pequeño rapaz", puesto que cuando te miraba, parecía que podía escudriñar tu interior.
¿Siempre ha sido igual o ha cambiado mucho con los años?. La dureza de las calles de Madrid y su pobreza, le han hecho más cauteloso, sin embargo conserva intactos sus principios.
¿Cómo son sus ojos?. Glaucos. De mirada penetrante casi gélida.
¿Tiene defectos físicos?. Tan solo, el tabique nasal lo tiene torcido, debido a las tardes de boxeo que realiza en la calle para ganar dinero.
¿Tiene traumas psicológicos?. De pequeño, se quedó encerrado en un almacén cuando entró a robar sacos de leña para tener con que calentarse. Debido a esto, tiene un miedo atroz a la oscuridad.
¿Qué religión practica?. Es católico, más por tradición que por convicción.
¿Está casado? . No, no tiene dinero para poder pagar una boda y mucho menos una dote.
¿Tiene represiones sexuales? ¿Cuáles?. No tiene ningún tipo de represión sexual. Con 15 años, su padre le llevó a una casa de mancebía ubicada en Sol. Allí perdió la virginidad.
¿Sus viajes son largos o cortos?. Cuando estalló la guerra, iba andando todos los días desde Aluche hasta Torrejón de Ardoz, para robar en una finca, tomates y mazorcas de maíz que luego llevaba a su casa y así alimentar a sus hermanos y a su madre enferma.
¿Cómo va vestido?. Gorra gris, chaleco negro descolorido por el exceso de lavados contra la piedra, pantalones de color gris con parches, botas marrones.
¿Qué color es su preferido?. El Azul, que es el color del cielo, así se lo decía el padre Adalberto.
¿Qué le gusta comer?. Callos y migas. Sus preferidos son los que preparan en el "Bar Toñín", en Ventas.
¿Qué música escucha?. Escuchaba poca música, debido a que las radios eran tremendamente caras. Pero siempre le gustaba acudir por las tardes a la parroquia donde si que había una radio en torno a la cual todos los vecinos se congregaban para escuchar los partidos de fútbol, los partes de noticias o la voz rota de Edith Piaf.
¿Baila?. ¿Qué?. Sólo había bailado una vez y fue con una de sus hermanas en las fiestas del barrio.
¿Es una persona apasionada?. Es frío, aunque pierde la cabeza con facilidad, cuando atacan a su familia.
¿Qué busca en la vida?. Poder casar a sus hermanas y dar a sus padres una vida digna.
¿A qué persona quiere más?. A su madre, la única persona que le ha dado un cariño sin necesidad de ningún tipo de pago.
¿La gente le quiere?. La gente le teme, tiene una gran fama como boxeador. Sin embargo, es una persona totalmente asustada.
¿Huele bien?. Huele a tabaco de pipa y a crema de afeitar.
¿Hace ejercicio?. ¿De que tipo?. Levanta pesos en la fábrica y corre de madrugada antes de ir al trabajo, no puede descuidar su forma física o perdería su estatus como boxeador.
¿Es melancólico o risueño?. Tiene un fuerte carácter melancólico. Suele acordarse de cuando era pequeño, del olor a churros los domingos por la mañana.
¿Cuál es su animal favorito?. Su animal favorito son los perros. Su amigo Tomás y él, habían adoptado como mascota a un perro que se habían encontrado en la calle. Siempre les seguía a todas horas. Le encantaba la fidelidad de este animal, también le gustaba pensar el tremendo parecido que tenía la situación del perro con la suya propia, marginados por la gente, rodeados de pobreza.
¿Duerme bien?. Duerme poco, ya que debe levantarse para hacer ejercicio y trabajar.
¿A qué hora se levanta?. A las cuatro de la mañana.
¿En qué trabaja?. Su padre le enseñó el oficio de tornero, gracias a su mediación pudo entrar como aprendiz en la fábrica de tornillos.
¿Cómo se gana la vida?. Trabaja en la fábrica de tornillos y los fines de semana participa en combates de boxeo callejeros.
¿Cómo acabará su vida?. Ni yo mismo lo sé.
Un frío gélido cruzó por la calle para evaporarse justo a la entrada del portal. Entre las sombras, una mirada aún más gélida barría la oscuridad de la noche en busca de cualquier rastro de un huésped inesperado. El combate de mañana era demasiado importante, si ganaba podía llevarse un gran montón de pesetas, tantas como para poder retirarse, al menos por un tiempo. Sin embargo, ahí estaba él, vigilando una mierda de reunión de la élite del mal vivir, gente que pagaba bien si eras discreto y cumplidor, rodeado de un frío tremebundo. De repente, escuchó un golpe fuerte y seco, seguido del inconfundible olor a pólvora. Silencio. Tan solo el viento se atrevía a romper el fúnebre silencio. Erto (así le conocían en el barrio), ven chico, te vas a ganar una paga extra. Erto, penetró el umbral y ante él se cernía una escena rocambolesca. El señor Gonzalo, yacía muerto con los sesos desparramados sobre el suelo, a su lado un maletín lleno de dinero, teñidos algunos billetes de sangre. Erto chico, era el flaco quien le hablaba, no hagas preguntas tu solo ayúdame con esta mierda y te prometo que te recompensaré. Eso había pasado como cinco horas atrás. Él, Roberto Sánchez, un muchacho de 20 años, alto, espigado pero fibroso, de mirada fría, críado en la calle desde chico, estaba metido en un buen problema del cual ya no tenía escapatoria o al menos él no la veía. El flaco le había prometido que no se preocupase por el combate de mañana, que estaba ganado (en verdad quería decir amañado), solo debía centrarse en seguir cavando para enterrar cuanto antes al difunto señor Gonzalo. Después de esto, decía el flaco, ya eres de los nuestros chico. Precisamente era eso lo que le preocupaba, no sabía muy bien que significaba ser "de los nuestros" y sobretodo que entrañaba serlo. Es curioso como funciona el cerebro humano, tenia ante él un cadáver y se hacía preguntas sobre esos estúpidos tecnicismos. Bueno, al menos tu ya no pasarás más frío amigo, pensaba Erto sobre el señor Gonzalo ante la última palada de tierra.
Un frío gélido cruzó por la calle para evaporarse justo a la entrada del portal. Entre las sombras, una mirada aún más gélida barría la oscuridad de la noche en busca de cualquier rastro de un huésped inesperado. El combate de mañana era demasiado importante, si ganaba podía llevarse un gran montón de pesetas, tantas como para poder retirarse, al menos por un tiempo. Sin embargo, ahí estaba él, vigilando una mierda de reunión de la élite del mal vivir, gente que pagaba bien si eras discreto y cumplidor, rodeado de un frío tremebundo. De repente, escuchó un golpe fuerte y seco, seguido del inconfundible olor a pólvora. Silencio. Tan solo el viento se atrevía a romper el fúnebre silencio. Erto (así le conocían en el barrio), ven chico, te vas a ganar una paga extra. Erto, penetró el umbral y ante él se cernía una escena rocambolesca. El señor Gonzalo, yacía muerto con los sesos desparramados sobre el suelo, a su lado un maletín lleno de dinero, teñidos algunos billetes de sangre. Erto chico, era el flaco quien le hablaba, no hagas preguntas tu solo ayúdame con esta mierda y te prometo que te recompensaré. Eso había pasado como cinco horas atrás. Él, Roberto Sánchez, un muchacho de 20 años, alto, espigado pero fibroso, de mirada fría, críado en la calle desde chico, estaba metido en un buen problema del cual ya no tenía escapatoria o al menos él no la veía. El flaco le había prometido que no se preocupase por el combate de mañana, que estaba ganado (en verdad quería decir amañado), solo debía centrarse en seguir cavando para enterrar cuanto antes al difunto señor Gonzalo. Después de esto, decía el flaco, ya eres de los nuestros chico. Precisamente era eso lo que le preocupaba, no sabía muy bien que significaba ser "de los nuestros" y sobretodo que entrañaba serlo. Es curioso como funciona el cerebro humano, tenia ante él un cadáver y se hacía preguntas sobre esos estúpidos tecnicismos. Bueno, al menos tu ya no pasarás más frío amigo, pensaba Erto sobre el señor Gonzalo ante la última palada de tierra.
Me ha gustado mucho tu particular manera de mantener la tensión del relato. ¡Muy bueno!
ResponderEliminarMuchas gracias ;)
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