Bajo el viento plomizo y zaino, de lluvia violenta y clara, podía verse una lápida. Rodeada de soledad, se encaramaba desafiante al paso del tiempo. De materiales nobles, antaño mostraba orgullo glorioso del difunto, el cruel pasaje hacia lo eterno, abrazado a las raíces de la tierra, hallábase el muerto. Noble o plebleyo, valiente o cobarde, nada revelaba su cadavérico rostro. Sus cuencas vacías, anidadas de ratas estaban y con magnificencia mostraba su enigmática sonrisa. Aún podían imaginarse las lágrimas vertidas, de pesar y alegría que vino a traer la partida. Los rugidos de las campanas rasgaban el viento, ya se lo llevaban, ya se llevaban al muerto. Incienso, podredumbre y miedo conformaban tu silencio, embargándote la noche, la cual a todos nos ha de llegar, con temor partiste dejando todo atrás. Marcha ahora por el más allá, recorriendo la senda de la eternidad.
lunes, 19 de noviembre de 2012
lunes, 12 de noviembre de 2012
Eliminación (Pie Forzado).
Sí, soy un ser despreciable lo reconozco pero no más que todos esos estúpidos que conforman lo que algunos llaman sociedad. ¿Amigos? por supuesto, la enorme colección de libros que poblaba mi estantería abarrotada daba fe de ello, ¿que mejores amigos, puede uno desear?, no lloran, no gritan, no demandan tu atención continuamente y sobretodo, no te traicionan.
Con ellos, pude revivir todas las buenas historias que compartimos juntos como impronta imborrable de nuestra eterna amistad. Cuando compraba un libro, compraba un billete en una máquina del tiempo. Me desdoblaba en el espacio, viajando a la velocidad de la luz yendo de siglo en siglo, de lo pasado a lo que ha de venir. Por ello, siempre imaginé que el Paraíso sería algún tipo de biblioteca.
Hace años que me aparté de la gente. No soportaba más fingir, así que decidí acabar con mi gran actuación refugiándome en la naturaleza, acabando mis últimos días en una enorme cueva. Una cueva abrupta, con las paredes pintadas de blanco, las cuales destilaban sabiduría y paz. Eliminé todo contacto con el exterior y a pesar de que a veces me tentó la idea de asormarme al mundo, una especie de indómito campo de fuerza me succionaba hacia al suelo impidiendo cualquier tipo de movimiento. Lo difícil no es vivir con las personas, lo difícil es comprenderlas así que no hagáis lo propio conmigo. Otra cosa, sería perder el tiempo.
Misteriosamente, no he muerto todavía. Ellos, me traen la comida y de vez en cuando clavan esos utensilios alargados sobre mí, cuando les cuento mis teorías. Vine voluntariamente, pero he acabado siendo preso de mí mismo. A veces despierto con sus drogas y la cueva se convierte en una celda acolchada. Esos períodos de delirio, son breves. En ocasiones, oigo la palabra loco pero díganme ¿quién de ustedes no lo está?.
Con ellos, pude revivir todas las buenas historias que compartimos juntos como impronta imborrable de nuestra eterna amistad. Cuando compraba un libro, compraba un billete en una máquina del tiempo. Me desdoblaba en el espacio, viajando a la velocidad de la luz yendo de siglo en siglo, de lo pasado a lo que ha de venir. Por ello, siempre imaginé que el Paraíso sería algún tipo de biblioteca.
Hace años que me aparté de la gente. No soportaba más fingir, así que decidí acabar con mi gran actuación refugiándome en la naturaleza, acabando mis últimos días en una enorme cueva. Una cueva abrupta, con las paredes pintadas de blanco, las cuales destilaban sabiduría y paz. Eliminé todo contacto con el exterior y a pesar de que a veces me tentó la idea de asormarme al mundo, una especie de indómito campo de fuerza me succionaba hacia al suelo impidiendo cualquier tipo de movimiento. Lo difícil no es vivir con las personas, lo difícil es comprenderlas así que no hagáis lo propio conmigo. Otra cosa, sería perder el tiempo.
Misteriosamente, no he muerto todavía. Ellos, me traen la comida y de vez en cuando clavan esos utensilios alargados sobre mí, cuando les cuento mis teorías. Vine voluntariamente, pero he acabado siendo preso de mí mismo. A veces despierto con sus drogas y la cueva se convierte en una celda acolchada. Esos períodos de delirio, son breves. En ocasiones, oigo la palabra loco pero díganme ¿quién de ustedes no lo está?.
domingo, 4 de noviembre de 2012
Taller de Autor Juana Castro.
Comienzan dos mujeres sentadas a hablar. Lo consideraría,
casi una entrevista. Juana Castro, comienza a contar la historia de una niña,
una niña que sin duda conoce muy bien puesto que es la historia de su propia
vida. Su narración comienza con la niña escuchando que va a ser enviada a
estudiar a un colegio de monjas y poco a poco nos sumerge en los hechos que han
marcado su existencia, los cuales yo personalmente destacaría tres; A) La
figura de su madre, que le va a servir de acicate y fuente de inspiración
durante toda su vida. B) El ámbito rural andaluz en el cual se cría. C) Su
encuentro fortuito con él quisco de la Plaza de las Tendillas, en el cual pudo
leer un ejemplar de la revista Vindicación
Feminista, conformando así ese
sentimiento que siempre había poseído en su interior.
Sin duda alguna, nada más escucharla hablar uno es
consciente del poder de transmisión que posé.
Es una poeta, que ha condensado todo su dolor como vía de escape en la
actividad literaria, ya que tal y como ella afirma “La poesía nos puede salvar de ir al
psiquiatra”. Prefiere escribir de noche,
aunque ahora mismo ese hábito lo haya cambiado por el peso de la edad. En su
proceso de elaboración lírica, va escribiendo sobre la marcha y al día
siguiente lee lo que ha escrito,
comprobando si puede obtener algo de lo escrito o descartándolo sin más.
Sinceramente, me encantó este taller de autor. Juana Castro
representa para mí lo que debe ser el prototipo de poeta (en este caso
poetisa); una persona reivindicativa y luchadora a la par que maltratada por la
vida. El poema si no recuerdo mal, titulado “El dolor y las alas” dedicado a su
hijo fallecido a los 7 años tras una grave enfermedad, condensa perfectamente
el dolor de esa madre, que acaba de perder a su niño.
Por último me gustaría destacar su capacidad para
reinventarse, ya que afirmó que tenía pensado buscar nuevas aventuras por el
campo de la narrativa y su consideración de lo que es la biografía de las
personas que “no es solo lo que se vive,
si no lo que se lee, se sueña, se piensa”.
Me gustaría compartir su poema titulado “Cáliz”
perteneciente a su obra “No Temerás”:
Y ahora soy
tan igual a ti, madre,
que no me reconozco en el cristal
de este retrato tuyo tan presente.
Si supieras que todo
lo que de ti he odiado y maldecía
ahora en mí lo descubro
tan exacto y reciente como el cerco
de una piedra en el agua, repetida.
Vengo a verte de nuevo.
Tócame, pon mis dedos
aquí sobre tus llagas, y ábreme
esta rosa de espinas del costado.
Soy tan tuya que el mar
tu voz copia en mi voz para su canto.
Y me despierto, y en la hora vivo
tu misma inmensa sed, esa que siempre
en tus huesos vacíos
irremediable ardiera.
Yo no soy tu fantasma, quiero
crearte ahora en el filo
de quien te dio mi ser, resucitada.
De muerta a muerta, dime:
¿Quién amamanta a quién, serpiente mía?
tan igual a ti, madre,
que no me reconozco en el cristal
de este retrato tuyo tan presente.
Si supieras que todo
lo que de ti he odiado y maldecía
ahora en mí lo descubro
tan exacto y reciente como el cerco
de una piedra en el agua, repetida.
Vengo a verte de nuevo.
Tócame, pon mis dedos
aquí sobre tus llagas, y ábreme
esta rosa de espinas del costado.
Soy tan tuya que el mar
tu voz copia en mi voz para su canto.
Y me despierto, y en la hora vivo
tu misma inmensa sed, esa que siempre
en tus huesos vacíos
irremediable ardiera.
Yo no soy tu fantasma, quiero
crearte ahora en el filo
de quien te dio mi ser, resucitada.
De muerta a muerta, dime:
¿Quién amamanta a quién, serpiente mía?
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