Bajo el viento plomizo y zaino, de lluvia violenta y clara, podía verse una lápida. Rodeada de soledad, se encaramaba desafiante al paso del tiempo. De materiales nobles, antaño mostraba orgullo glorioso del difunto, el cruel pasaje hacia lo eterno, abrazado a las raíces de la tierra, hallábase el muerto. Noble o plebleyo, valiente o cobarde, nada revelaba su cadavérico rostro. Sus cuencas vacías, anidadas de ratas estaban y con magnificencia mostraba su enigmática sonrisa. Aún podían imaginarse las lágrimas vertidas, de pesar y alegría que vino a traer la partida. Los rugidos de las campanas rasgaban el viento, ya se lo llevaban, ya se llevaban al muerto. Incienso, podredumbre y miedo conformaban tu silencio, embargándote la noche, la cual a todos nos ha de llegar, con temor partiste dejando todo atrás. Marcha ahora por el más allá, recorriendo la senda de la eternidad.
Curiosa poesía
ResponderEliminarNo lo clasificaría como una poesía como tal... gracias por comentar ;)
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