lunes, 19 de noviembre de 2012

La Notte






Bajo el viento plomizo y zaino, de lluvia violenta y clara, podía verse una lápida. Rodeada de soledad, se encaramaba desafiante al paso del tiempo. De materiales nobles, antaño mostraba orgullo glorioso del difunto, el cruel pasaje hacia lo eterno, abrazado a las raíces de la tierra, hallábase el muerto. Noble o plebleyo, valiente o cobarde, nada revelaba su cadavérico rostro. Sus cuencas vacías, anidadas de ratas estaban y con magnificencia mostraba su enigmática sonrisa. Aún podían imaginarse las lágrimas vertidas, de pesar y alegría que vino a traer la partida. Los rugidos de las campanas rasgaban el viento, ya se lo llevaban, ya se llevaban al muerto. Incienso, podredumbre y miedo conformaban tu silencio, embargándote la noche, la cual a todos nos ha de llegar, con temor partiste dejando todo atrás. Marcha ahora por el más allá, recorriendo la senda de la eternidad.

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